Susana Maribi Menchaca Curbelo
Había una vez, una adolescente de 18 años, llamada Sara. Sara vivía con sus cuatro hermanos: Luis, de 12, Luciana de 13, María de 14 y Raquel de 15, Luna su madre, su padre Juan, de 49 y 51 años. A Luna le diagnostican una enfermedad y poco tiempo de vida. Ella no quería operarse. Quería salvarse para criar a sus hijos y pensó que lo mejor era no operarse. Murió al poco tiempo. Sara y su padre se hicieron cargo de Luciana, María y Raquel. No tenían muy buena relación entre ellos. El mal carácter de ellos se debía al golpe muy fuerte por la muerte de Luna. En realidad, estaban tan tristes y enojados por haber perdido a su madre y no sabían cómo decirlo. Un día fueron a una kermesse de la escuela, había música, juegos y muchos premios. Todos los niños se divertían, menos Sara y sus hermanos. Ellos sólo jugaban a pelear y pegarse. Una compañera de clase los observó, muy preocupada le contó a su mamá, que trabajaba en la Policlínica. Al otro día, la mamá los invitó a tomar la merienda en su casa. Entonces, les dijo que los quería ayudar. Los niños aceptaron la ayuda y el cariño que la señora les ofreció. Comenzaron a ir a la Policlínica a conversar con la psicóloga que se llamaba Aída y a veces también iba su papá. Aída no sólo los ayudó a sentirse mejor, sino que les dio mucho amor. Con ella aprendieron que nadie tiene la culpa de la muerte de su mamá, que la muerte nos ocurre a todos en algún momento. Por la ayuda y el cariño, mejoró muchísimo su carácter y el de sus hermanos. Hasta su padre ahora era más cariñoso y jugaba con ellos. Todos tuvieron que hacer su vida y seguir adelante estudiando y trabajando. Esta familia la remó y no se ahogó. Todos juntos pueden salir de las dificultades y con amor son más fáciles las cosas.
MENCIÓN Categoría de 13 a 17 Años
- noviembre 15, 2017
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